Castareños

 

Moriscos de Cástaras

Vecinos de Cástaras entre el medievo y el Renacimiento

Moriscos castareños en manuscritos del Archivo de la Alhambra y otros documentos

Cronológicamente, los siguientes castareños conocidos, vivieron a finales del siglo XV o en la primera mitad del XVI. De esta época se conservan en los archivos de la Alhambra,  Real Chancillería, Histórico Diocesano de Granada, Histórico Nacional, Simancas, etc., documentos sobre la administración del recién conquistado reino, que aportan nombres y sucinta información de castareños  afectados  por los radicales cambios culturales, sociales y religiosos, acaecidos en aquellos tiempos por tierras granadinas.

Por medio de las profesoras de la Universidad de Granada, Trillo San José y Moreno Olmedo, y del estudioso de la Inquisición del Reino de Granada José María García Fuentes, hemos conocido la existencia de los castareños citados en seguida.

Viga con motivos caligráficos y vegetales. Periodo nazarí, siglo XIV. (De Los mundos del Islam en la colección del Museo Aga Khan, Catálogo de exposición. Barcelona, 2009).

¿Un asceta musulmán?

Aunque sólo se conoce su nombre y por tanto no se sabe siquiera la época en que vivió, sospechamos que Ben Tomeyde sería el morabito que ocupó, posiblemente en pleno auge de la espiritualidad militar del Islam medieval, una de las tres rábitas de Cástaras, a la que prestó su nombre según desvelan el Inventario de Bienes Habices de 1501 y otros documentos del siglo XVI.

Alguaciles y alfaquíes

Alicatado de cerámica del siglo XIV en el Salón de Embajadores de la Alhambra.

No tenemos información sobre autoridades de Cástaras anteriores a 1500, es decir sobre alguaciles, cadíes, alfaquíes o imanes. Miguel Alhadid, primer alguacil del que sabemos poco más que su nombre, ejerció en Cástaras a partir de 1500 y dejaría el cargo poco después, ya que el 8 de agosto de aquel año se dispuso que los dos regidores, los dos alcaldes y el alguacil que debían elegirse anualmente para cada lugar de La Alpujarra, no repetirían en el cargo dos años seguidos. Medio siglo más tarde Juan Zacarías era el alguacil de la alquería, pero no estaría satisfecho pues intentó pasarse a Berbería, siendo apresado y encausado en Motril a finales de 1553. Por una averiguación de los bienes de su mujer sabemos que Martín fue también alguacil de Cástaras antes de 1563 y que falleció antes de 1565.

En cuanto a los cargos religiosos musulmanes de Cástaras, se sabe de la existencia de dos alfaquíes  por una escritura de venta del 8 de marzo de 1525, que hizo María, la mujer del alfaquí el Mohaymali a su hijo el alfaquí Pablo. Con los datos disponibles no es factible asegurar donde ejercieron y, aunque sea verosímil, tampoco se puede afirmar taxativamente que fueran castareños.

Inmigrantes y tratantes

El citado Inventario de Bienes Habices enumera un moral en tierras de la mujer de el Gomeri, castareño al que la profesora Trillo cita, junto a otros de idéntico apelativo en poblaciones cercanas, como ejemplo de la pervivencia en La Alpujarra a finales del siglo XV de la tribu bereber Gumāra, una de las participantes en la invasión árabe de 711.

Este dibujo, en el que se ve un  morisco tirando del ronzal de la caballería sobre la que cabalga su mujer con un niño metido en el serón, representa fielmente una práctica inveterada y frecuente en Cástaras hasta mediados del siglo XX.

(Christoph Weiditz: Das Trachtenbuch (Códice del traje), 1529).
 

Mencionados en manuscritos del mismo legajo y agrupados por la misma profesora como inmigrantes en Cástaras, tenemos a: Juan Almotrili, de Motril; El Çehili, de la aledaña taha del Sahil o Çehel, formada por los actuales municipios que extienden su territorio en la ladera sur de la sierra Contraviesa, desde  Sorvilán y Polopos por el oeste hasta Albuñol y Murtas por el este, englobando además a Torvizcón  e inesperadamente, por estar a la derecha del Guadalfeo, a Almegíjar; Juan Niguelexi o Juan Alniguelexi Ali, que sería de Nigüelas, pero que también podría ser de Nieles si admitimos el mismo origen (نوالشnawālaš, niwālaš) para ambos topónimos; y Gonçalo de Baça Bazti, cuyos apelativos delatan con redundancia su origen en  la vetusta ciudad del Altiplano granadino. También de Baza, o pariente de Gonzalo, sería Juan el Bastí quien, como consta en un escrito fechado en Narila el 17 de febrero de 1540, vendió treinta arrobas de hojas de morales de raíz a un tal Juan Pablo.

Junto a este contrato de compraventa, contenido en un pleito de tercería a las propiedades del castareño Lorenzo Marcos (o Márquez), desarrollado entre los años 1566 y 1568, se halla el manuscrito más antiguo referido a Cástaras del Archivo de la Alhambra: la escritura de venta de un haza en el pago del Deyre ―situado al parecer en el entorno de la fuente Caliente― romanceada por el escribano Juan Rodríguez y fechada a «cinco días de la luna de dulhija año 898», equivalente al 17 de septiembre de 1493, si bien el escribano la hizo corresponder con el dieciséis del mismo mes y año. Por este documento conocemos la existencia de tres castareños: Hamete el Azraque y sus dos hijas Haxa y Halima.

Moriscos fugados

A lo largo de los dos primeros tercios del siglo XVI, y especialmente al final de ese periodo, fueron frecuentes las huidas hacia Berbería de moriscos que venían soportando presiones del régimen instaurado al final de la centuria previa, y que ansiaban liberarse de ese yugo. Tanto a los capturados en el intento como a los que completaban la huida, se les confiscaban sus pertenencias para financiar la construcción y reparación de fortalezas defensivas en las costas del Reino de Granada.

Documentos de la época conservados en los archivos de Simancas, el Ilustre Colegio de Notarios de Granada y de la Alhambra,  estudiados  por Antonio Jiménez Estrella, María Isabel López Díaz y María Angustias Moreno Olmedo respectivamente, contienen antecedentes de  moriscos de Cástaras que intentaron, y algunos consiguieron, escapar al norte de África o que resultaron afectados por tales hechos. Los iremos detallando con información obtenida de las fuentes citadas.

En los años 1536, 1537 y 1560 fueron vendidos por las receptorías de Alonso Nuñez de Madrid primero, y de Juan de Trillo más tarde, bienes de moriscos vecinos de Cástaras “pasados allende, obteniendo las cantidades indicadas en el siguiente cuadro:
 

Moriscos de Cástaras pasados allende

Años y producto de la venta de sus bienes confiscados

Nombre del morisco castareño Año de la venta Producto en maravedís
Tabla de elaboración propia a partir de datos tomados de Antonio JIMÉNEZ ESTRELLA: «Los bienes confiscados a moriscos huidos al Norte de África. Datos sobre su cobro y administración en el Reino de Granada».  Homenaje a don Antonio Domínguez Ortiz, Granada, Universidad de Granada y Consejería de Innovación, Ciencia y Empresa, 2008.
Receptoría de Alonso Nuñez de Madrid
Luis Alhaceni 1536 5.000
El Gazi 1537 18.750
Lorenzo Jateta 1537 13.500
Hermanos Anaxar 1537 29.625
Lorenzo Jondoque 1537 6.000
Martín Arrafa 1537 4.000
Juan García 1537 3.000
Francisco el Modaguar 1537 1.500
Receptoría de Juan de Trillo
Diego Jiménez 1560 14.208


El trece de octubre de 1553 se instruye en Motril causa contra Juan Zacarías, alguacil y vecino de Cástaras y Lorenzo el Hanin, vecino de Andarax, presos por intentar pasar a Berbería. En 1559, el 28 de junio, se informan y embargan propiedades de Diego Jiménez, también vecino de Cástaras, seguramente a causa de haber huido o de haberlo intentado, y en 1560 se le confiscan la cuarta parte de una hacienda y algunos bienes muebles que dejó su abuelo, Juan de Baena, en Berchul.

   

Moriscos «con mano armada»

Pintura de F. Mota en Portfolio de Historia de España, p. 470.

La cabalgada de Notáez

El once de agosto de 1560, desde una galeota fondeada frente a las playas de Castell de Ferro, un grupo de turcos y moros se adentró hasta Notáez, adonde tendrían concertada la huida colectiva con moriscos avecindados allí, en Cástaras y en otras aldeas cercanas. Secuestraron al sacristán, Juan de Blanca, con su mujer e hijos; reunieron en la plaza unos sesenta moriscos cargados con sus posesiones muebles, y partieron juntos, «con mano armada», a embarcar en la galeota que aguardaba para ir a Berbería. En el camino fueron interceptados por «ciertos soldados de los de Motril» y algunos de Torvizcón, que desbarataron la fuga matando a todos los turcos y berberiscos y prendiendo a los treinta y un moriscos sobrevivientes al ataque, que fueron conducidos presos a la Alhambra por orden de Luis Hurtado de Mendoza, a cargo de la capitanía general del reino por ausencia de su padre  Íñigo López de Mendoza, el  «muy descomedido y poco considerado» —según don Juan de Austria—  IV conde de Tendilla. Estos hechos, conocidos como «la cabalgada de Notáez», son paradigma de las huidas masivas preparadas cuidadosamente, con ayuda de turcos y berberiscos, por moriscos granadinos en combinación con otros ya asentados en el norte de África.

El  día veintiséis del mismo mes del incidente, agosto de 1560, el vecino de Cástaras Antón de Blanca presentaba ante el gobernador de la Alhambra una petición sobre el reparto y paga de la reseñada cabalgada, y año y medio después seguía pleiteando por esta causa según autos fechados en Ugíjar el 11 de diciembre de 1561. Seguramente participó en la correría implicado por el secuestro del sacristán de Notáez, que era su hermano, lo que sabemos por la coincidencia de apellidos y por el poder que le otorgó el 19 de septiembre de 1565, «estante en Granada», donde quedó anotado ese grado de parentesco.

Elbi Arzeo era en aquellos años cura y beneficiado de Cástaras, y también de Notáez, cuya parroquia de Nuestra Señora de la Cabeza estuvo anejada a la de Santa María de Cástaras desde su creación, en 1501, hasta el siglo XVIII. Como tal, presentó el 27 de octubre de 1561, instancia solicitando las primicias del pan (trigo) secuestrado a sus feligreses moriscos presos por intentar huir.

Molinero y mujer trabajando, (miniatura de un manuscrito árabe del siglo XVI. Biblioteca de El Escorial). 

Barco argelino, mediados de siglo XVI, (fragmento del grabado Algerii saracenorum urbis fortissimae... de Civitates orbis terrarum).

Uno de aquellos feligreses cautivos era Rafael Zamorano, castareño integrante de la partida de Notáez. En 1561, junto al también morisco Luis Arruga, vecino de «Fondaes», pleiteaba con Cristóbal de Roa y otros soldados de la compañía de Lorenzo Zaldívar, que estorbaron la correría. Otros miembros de la familia Zamorano participarían también en estos o parecidos hechos. Entre 1563 y 1566 se desarrolló un recurso de tercería interpuesto a los bienes de Luis Zamorano por sus hermanos y por su madre, Catalina Zamorana (o Zamora), en el que se probó que había otorgado testamento en 1546. El secuestro de estos bienes, vendidos en Cástaras el 14 de agosto de 1563,  acredita la huida, no sabemos si completada, de este morisco castareño.

Asimismo, la víspera de la «Virgen de agosto» de aquel año, se liquidaron en Cástaras las posesiones dejadas  al huir por Juan de Almagro, morisco castareño que logró completar su escapada según se refleja en una relación patrimonial fechada en Ugíjar el 13 de mayo de 1565.

Y un día antes, el 13 de agosto de 1563, se habían vendido y rematado, también en Cástaras, bienes de los dos hemanos «Hacenes», hijos de Martín el Hacén. La operación no se completó, porque dos años más tarde, el 1 de julio de 1565, vuelven a redactarse autos de venta y remate de pertenencias de estos hermanos castareños. De la misma familia, o tal vez uno de ellos, sería Matías Hazén, contra el que se informó de su patrimonio en 1565.

Como se está viendo, en aquel verano de 1563 se elevaron informes o se remataron y vendieron posesiones de moriscos huidos de Cástaras, entre los que también estaban: Sebastián Vargas, con propiedades embargadas el 21 de julio de 1563 y vendidas por auto fechado en Cástaras el 2 de julio de 1565; Lorenzo Abenzoraique de cuyos bienes se informó en Cástaras el 27 de julio de 1563 y se secuestraron en Notáez el primero de julio de 1565; y Lorenzo de Sierra procesado por tránsfuga en 1563.

Moriscas castareñas

Mujer y niña moriscas,
(Christoph Weiditz: Das Trachtenbuch, 1529)

Pero no sólo huían hombres, sino que, además de las esposas e hijas que sin duda acompañaron a muchos, en los documentos que venimos manejando también aparecen nombres de mujeres de Cástaras: Inés Cano, cuyo testamento se incorporó al secuestro de bienes, suyos y de sus hijos, hecho conjuntamente en Cástaras el 27 de julio de 1563, siendo vecinos de Notáez; Isabel, la mujer de Martín alguacil de Cástaras, cuya averiguación, fechada en Berchul, es del 30 de julio de 1563, y el secuestro, efectuado en Narila, del 14 de junio de 1565; Inés Alguacila, sus bienes pasaron a propiedad de la Corona por requisas de 1563 y de 1565, esta última en conjunto con las posesiones de Isabel Mansilla  e hijos, entre las que pudo estar el cerro que hoy seguimos nombrando con su apellido, a pesar de que algunos estén empeñados en sustituir la ese por la ce, cuando en Cástaras raramente se ha ceceado; e Isabel Sanchez, vecina de Cástaras y seguramente morisca, que hizo probanzas de tercería sobre un macho en 1560.

Todas las averiguaciones, secuestros, remates y ventas de 1565 se ejecutaron por Gaspar de Vílchez, apoderado y comisionado para ello por el conde de Tendilla en el mes de marzo del mismo año. Los gastos ocasionados en el ejercicio de su función los enumeró en cuatro folios fechados en Cástaras el 29 de septiembre de 1565. ¿Sería ya entonces la fiesta patronal del pueblo ese día?

Aún después de la estancia en Cástaras de dicho mandatario colearon algunos asuntos, y así vemos como Juan Rodríguez de Sobremonte, uno de los vecinos, reclamó la quinta parte de una hacienda confiscada que él había denunciado, en una instancia fechada en la fortaleza roja el 13 de marzo 1566. O como Miguel Alonso, también vecino de Cástaras, apoderó el 18 de marzo de 1566 al procurador Francisco Vaca, para que cobrara la quinta parte de una hacienda que le había ofrecido el comisionado Vílchez, seguramente por haberla denunciado.

Este poder es el último documento sobre Cástaras catalogado en la obra que nos viene sirviendo. Es posible que entre mediados de 1566 y el estallido de la sublevación a finales de 1568,  no se produjeran más tentativas de fugas ni otros sucesos en los que tuvieran que intervenir el marqués de Mondéjar.

Moriscos granadinos, fragmento de un grabado de Joris Hoefnagel (hacia 1563)

 

Esclavas moriscas de Cástaras

Una de las consecuencias de la guerra de La Alpujarra, fue la captura y venta como esclavos de numerosos moriscos. En el protocolo del año 1569 del escribano público de Granada Juan de Padilla  hay antecedentes de dos mujeres, mejor dicho: niñas, moriscas de Cástaras que fueron esclavizadas. Una de ellas, de tan solo catorce años y cuyo nombre ni siquiera ha trascendido, fue vendida por treinta y cinco ducados a Rodrigo Martín por los zurradores Francisco Gutiérrez y Lorenzo Hernández, todos ellos vecinos de Granada. La otra esclava castareña, llamada Juana M., que pertenecía a Fernando de Lara, vecino de Sevilla, fue manumitida por Bernabé Medrano, molinero morisco de Granada, que pagó la considerable suma de cien ducados para liberar de la esclavitud a la muchacha de tan sólo quince años.

No dudamos que fueron más los moriscos castareños esclavizados, sin que por el momento hayamos tenido noticias de ellos.

* * *

Sean las relaciones dadas testimonio de estima por estos olvidados paisanos, tratados con dureza por la vida, a los que debemos parte de nuestra identidad castareña.

 

 

 

 

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Fecha de publicación:

24-4-2008

Última revisión:

17-01-2023