Antecedentes

La Alpujarra ha estado habitada desde el Neolítico, como atestigua el yacimiento de
la Cueva de los Murciélagos, (Neolítico Tardío-3500 a.C.). Situada en la sierra litoral de la Contraviesa, junto a la localidad de Albuñol, fue descubierta en 1831 por un vecino del lugar que aprovechaba la espesa capa de guano depositado por los murciélagos en la entrada de la cueva, sustancia que pudo ser la causante de la excelente conservación de los diversos objetos de materia orgánica hallados en su su interior. En 1857 una compañía minera inició la explotación de la cueva debido a la aparición de material de plomo. Se abrieron varias salas en el interior, donde se localizaron y destruyeron objetos de gran interés arqueológico, según refiere Manuel de Góngora en su obra de 1868. Este recuperó algunos de manos de los expoliadores, con cuyos informes reconstruiría las circunstancias del descubrimiento. En el repertorio de materiales recuperados por Góngora destacan, por su excepcional conservación, los objetos realizados en esparto: distintos tipos de cestillos, tapaderas, esteras y sandalias. El yacimiento de La Cueva de los Murciélagos es excepcional debido a los escasos restos orgánicos prehistóricos conservados en la Península.


Sandalia de esparto. Museo Arqueológico y Etnológico de Granada

Casi todas las civilizaciones conocidas han tenido presencia en La Alpujarra y han dejado, en mayor o menor medida, huellas de su existencia;  si bien, el conocimiento histórico de esta comarca es bastante incompleto hasta la época nazarí. No obstante, algunas prospecciones arqueológicas, permiten hablar de una ocupación romana en La Alpujarra; nos referimos entre otros a los yacimientos de Bordomarela, en Torvizcón,  (A. Malpica, Poblamientos y castillos en Granada, 1996), y de la vega de Órgiva (C. Trillo, Pensar La Alpujarra, 1996).   

En el entorno de Nieles, los restos romanos encontrados parecen estar relacionados con la minería. Al este de Nieles, en la linde con Tímar, existe un yacimiento minero de cinabrio en explotación hasta los años treinta del siglo XX; junto a dicho yacimiento se encuentra el Peñón Hundido, una elevación rocosa que domina la rambla de Nieles y el caserío de Tímar. Sobre esta elevación, por la que discurre la linde entre ambos lugares, hay abundante cerámica.

      Antiguas vías de comunicación desde el valle del Guadalfeo         (señaladas en color verde)

 Sobresale la sigillata, pero también se encuentra cerámica común romana, prehistórica y altomedieval. Como indica la profesora Carmen Trillo, estaríamos ante un asentamiento conectado con las citadas minas y con el castillo de Juviles, en donde también se ha hallado cerámica romana y tegulae. En el enclave al que nos estamos refiriendo, se encuentra un importante cruce de antiguos caminos que comunicaban las poblaciones de Nieles, Timar, Lobras y Juviles, y por el cual debía pasar la vía de comunicación entre el valle del Guadalfeo y el castillo de Juviles, a través de la rambla de Nieles.    

  Nieles entra en la historia con la ocupación musulmana, y probablemente muy unido a la historia de Juviles, dada su proximidad con dicha localidad y la importante fortaleza defensiva existente en ella, ya citada en el siglo X en la obra de al-Rāzī como hisn Šubīlīs. El castillo de Juviles adquiere su protagonismo en la época de formación del estado omeya y durante el inicio del periodo  califal. Asi en al-Muqtabas III es mencionado en las campañas del emir Abd Allah, en el año 297 de la Hégira, (910 d.C.), contra el muladí Omar Ibn Hafsūn. Tras la muerte del emir, accede al trono su nieto Abd al-Rahmán III; será entonces, en el año 913,  cuando obtenemos noticias más detalladas sobre el hisn de Juviles que, como gran parte de La Alpujarra, se encontraba del lado del citado rebelde Omar Ibn Hafsūn. Este tenía allí a sus hombres, entre los que se encontraban, según las crónicas, numerosos cristianos. De la magnitud del castillo da idea el hecho de que fuera el único de la zona que se resistió al califa. Tras construir una plataforma sobre la que se instaló una catapulta para lanzar piedras, fue asediado durante quince días, durante los cuales el ejército del califa arrasó las cosechas y cortó el suministro del agua. Rendido el hisn de Juviles, cayeron otros castillos alpujarreños, con lo que la zona queda finalmente sometida. A partir de ese momento, Juviles se convertiría en el centro rector de un amplio territorio.

                                              

  

       
         Poblamiento y territorio