La
 rebelión morisca

 

Tras el largo asedio de las tropas castellanas, Granada se rinde. La llegada del invierno deja interceptadas las vías de acceso a la Sierra y a La Alpujarra. Desprovistos de víveres, solo cabe la negociación. Boabdil, convencido de la inutilidad de nuevos sacrificios, firma un acuerdo final de capitulación con los soberanos de Castilla, el 25 de noviembre de 1941. Las condiciones de la rendición, respetaban las prácticas religiosas y los  usos y costumbres de los musulmanes.  Pero a pesar de lo pactado,  la convivencia entre musulmanes y cristianos resultaba realmente difícil, y poco a poco se fue imponiendo la intolerancia de los vencedores castellanos, cuyo máximo exponente fue el cardenal Cisneros con sus  bautismos en masa. Los musulmanes, una vez convertidos al cristianismo,  pasan a ser denominados cristianos nuevos o moriscos. 


Lienzo de Francisco Pradilla  representando la rendición del Rey Boabdil a los Reyes Católicos, con la entrega de las llaves de Granada.

A medida que transcurren los años,  los moriscos se ven cada vez más presionados y forzados a abandonar sus ritos y costumbres. El 1 de enero de  1567 se promulga una pragmática contra los moriscos que les obliga a adoptar la apariencia y conciencia cristiana. La situación  se hace insostenible y el 24 de diciembre  de 1568 proclaman a Fernando de Valor como rey,  con el  nombre de Aben Humeya; comienza así la guerra de La Alpujarra. La respuesta no se hace esperar y el 3 de enero sale de Granada el Marqués de Mondéjar al frente de 2.000 infantes y 400 caballos.

Sería muy extenso relatar los hechos acaecidos en la Alpujarra de una guerra que tras dos años y medio dejó asolado su territorio, nos ceñimos pues, al espacio cercano a Nieles y Cástaras y a LaTaha de Juviles a la cual pertenecían. Veamos como describía Luis De Mármol Carvajal La Taha de Juviles, en su  “Historia del rebelión y castigo de los moriscos” escrita en  el año 1573:

“La taa de Jubíles confina á poniente con las taas de Poqueira y Ferreira, a tramontana tiene la Sierra Nevada, al mediodía el Cehel y á levante la taa de Ujijar de Albacete. Es tierra de muchas sierras y peñas, especialmente á la parte de Sierra Nevada. Hay en ellas veinte lugares llamados Válor, Viñas y Exen, Mecina de Bombarón, Yátor, Narila Cádiar, Timen, Portel, GorCo, Cuxurio, Bérchules, Alcútar.Lóbras, Nieles, Castaras, Notaes, Trevélez y Jubiles, que es la cabeza”

“Y cerca las taas de Poqueira y Ferreira, está la taa de Jubíles, la cual es abundante de pan, trigo, cebada, panizo y alcandia, y de mucho ganado; mas tiene muy pocas arboledas, y la seda que alli se cria no es tan buena como la de las otras taas, especialinente la del proprio lugar de Jubíles.”

Recordemos que el levantamiento morisco se inició el 24 de diciembre, pues bien, el 17 de enero ya tenemos noticias de enfrentamientos en las cercanías de Cástaras y Nieles entre los moriscos y las tropas castellanas mandadas por el Marqués de Mondéjar.  

                            Bautismo de moriscos

Las tropas castellanas parten de Pitres camino de Juviles bajo un recio temporal de agua y nieve. En el camino hacen huir hacia la sierra a los moriscos, los cuales tienen numerosas bajas entre sus mujeres e hijos debido al terrible frío del mes de enero. A pesar de las inclemencias del tiempo, los moriscos llegan a Juviles  dejando en el castillo 500 hombres mayores e  impedidos, así como numerosas mujeres. Pero las tropas cristianas del Marqués de Mondéjar sacan a los moriscos del castillo y los trasladan  a la iglesia y a la plaza de Juviles donde quedan retenidos.                                   


Ilustración del Weiditz Trachtenbuch (1529)               Moriscos danzando al son de laúdes,                        sonajas y tambores    

La rebelión continúa, y a partir  del mes de enero de 1570  las tropas mandadas por don Juan de Austria avanzan sin tregua e inclinan la guerra hacia la victoria castellana. En el mes de abril, unos meses antes del fin de la guerra, las tropas  avanzaban hacia Juviles por la loma de Campuzano, frente a Pórtugos,  manteniendo duros enfrentamientos con los rebeldes moriscos  que se retiran hacia Juviles.

En este avance, las tropas mandadas por el duque de Sesa, llegan a Cástaras; así nos lo cuenta Luis de Mármol Carvajal: “...y sin llegar a Pórtugos caminó todo aquel día hasta las tres de la tarde, que llegó al lugar de Cástares; y en un prado que está encima de él, donde había  agua, aunque poca, alojó el campo, y mandó estar toda la gente en arma, creyendo que los enemigos harían algún acometimiento, porque estaba el alojamiento al pie de la sierra”. La descripción que nos da Mármol Carvajal, no deja lugar a dudas; se está refiriendo a los Prados, como lugar donde acamparon  en su camino hacia Juviles, probablemente este era el único lugar adecuado para alojar un ejército formado por 8.000 infantes, 6.800 tiradores y 550 caballos.    

La guerra continuaba asolando la Alpujarra, muchos de sus árboles fueron talados, las cosechas perdidas  y las acequias abandonadas. Llegamos al mes de septiembre de 1570, la guerra se termina, y tan solo quedan algunos reductos de moriscos rebeldes que se  esconden en cuevas, y que son eliminados sin contemplaciones. Así nos lo cuenta Mármol Carvajal. En otra cueva cerca de Berchul se ahogaron sesenta personas, y entre ellas la mujer y dos hijas de Aben Aboo, y estando el dentro, se salió por un agujero secreto con solo dos hombres que le pudieron seguir. En la cueva de Castares murieron treinta y siete personas y en la de Tíar (Tímar), se tomaron vivas sesenta y dos. Como vemos, los moriscos de esta parte de la Alpujarra,  resistieron  hasta el final refugiándose en las cuevas, y así lo hicieron los moriscos en Cástaras que debieron esconderse muy probablemente en cueva fresca.

Tras la derrota,  los moriscos son  expulsados del Reino de Granada,  dispersados por el territorio de  Castilla, y confiscadas todas sus propiedades. La Alpujarra quedó desolada y desierta, los árboles talados, las tierras y acequias abandonadas, y algunos pueblos deshabitados para siempre.   

 

             La repoblación de Cástaras y Nieles