A medida que transcurren los años, los moriscos se ven cada vez más presionados y forzados a abandonar sus ritos y costumbres. El 1 de enero de 1567 se promulga una pragmática contra los moriscos que les obliga a adoptar la apariencia y conciencia cristiana. La situación se hace insostenible y el 24 de diciembre de 1568 proclaman a Fernando de Valor como rey, con el nombre de Aben Humeya; comienza así la guerra de La Alpujarra. La respuesta no se hace esperar y el 3 de enero sale de Granada el Marqués de Mondéjar al frente de 2.000 infantes y 400 caballos. Sería muy
extenso relatar los hechos acaecidos en la Alpujarra de una guerra que tras
dos años y medio dejó asolado su territorio, nos ceñimos pues, al espacio
cercano a Nieles y Cástaras y a
LaTaha de Juviles a la cual pertenecían. Veamos como describía Luis De
Mármol Carvajal La Taha de Juviles, en su “Historia del rebelión y castigo
de los moriscos” escrita en el año 1573: “Y cerca las taas de Poqueira y Ferreira, está la taa de Jubíles, la cual es abundante de pan, trigo, cebada, panizo y alcandia, y de mucho ganado; mas tiene muy pocas arboledas, y la seda que alli se cria no es tan buena como la de las otras taas, especialinente la del proprio lugar de Jubíles.” Recordemos que el levantamiento morisco se inició el 24 de diciembre, pues bien, el 17 de enero ya tenemos noticias de enfrentamientos en las cercanías de Cástaras y Nieles entre los moriscos y las tropas castellanas mandadas por el Marqués de Mondéjar.
Las tropas castellanas parten de Pitres camino de Juviles bajo un recio temporal de agua y nieve. En el camino hacen huir hacia la sierra a los moriscos, los cuales tienen numerosas bajas entre sus mujeres e hijos debido al terrible frío del mes de enero. A pesar de las inclemencias del tiempo, los moriscos llegan a Juviles dejando en el castillo 500 hombres mayores e impedidos, así como numerosas mujeres. Pero las tropas cristianas del Marqués de Mondéjar sacan a los moriscos del castillo y los trasladan a la iglesia y a la plaza de Juviles donde quedan retenidos.
La rebelión continúa, y a partir del mes de enero de 1570 las tropas mandadas por don Juan de Austria avanzan sin tregua e inclinan la guerra hacia la victoria castellana. En el mes de abril, unos meses antes del fin de la guerra, las tropas avanzaban hacia Juviles por la loma de Campuzano, frente a Pórtugos, manteniendo duros enfrentamientos con los rebeldes moriscos que se retiran hacia Juviles. En este avance, las tropas mandadas por el duque de Sesa, llegan a Cástaras; así nos lo cuenta Luis de Mármol Carvajal: “...y sin llegar a Pórtugos caminó todo aquel día hasta las tres de la tarde, que llegó al lugar de Cástares; y en un prado que está encima de él, donde había agua, aunque poca, alojó el campo, y mandó estar toda la gente en arma, creyendo que los enemigos harían algún acometimiento, porque estaba el alojamiento al pie de la sierra”. La descripción que nos da Mármol Carvajal, no deja lugar a dudas; se está refiriendo a los Prados, como lugar donde acamparon en su camino hacia Juviles, probablemente este era el único lugar adecuado para alojar un ejército formado por 8.000 infantes, 6.800 tiradores y 550 caballos. La guerra
continuaba asolando la Alpujarra, muchos de sus árboles fueron talados, las
cosechas perdidas y las acequias abandonadas. Llegamos al mes de septiembre
de 1570, la guerra se termina, y tan solo quedan algunos reductos de
moriscos rebeldes que se esconden en cuevas, y que son eliminados sin
contemplaciones. Así nos lo cuenta Mármol Carvajal. En otra cueva cerca
de Berchul se ahogaron sesenta personas, y entre ellas la mujer y dos hijas
de Aben Aboo, y estando el dentro, se salió por un agujero secreto con solo
dos hombres que le pudieron seguir. En la cueva de Castares murieron treinta
y siete personas y en la de Tíar (Tímar), se tomaron vivas sesenta y dos.
Como vemos, los moriscos de esta parte de la Alpujarra, resistieron
hasta el final refugiándose en las cuevas, y así lo hicieron los moriscos en
Cástaras que debieron esconderse muy probablemente en cueva fresca.
La repoblación de
Cástaras y Nieles
|